CANELA FINA

Carlos E. Bilbao, 1949. Escritor. Me gusta la naturaleza; escribo sobre educación, sociedad, familia, política y literatura.

01 marzo 2006

¡QUE BENEFICIOSA ES LA EMPATÍA!

La empatía es una cualidad muy apreciada en las relaciones humanas. Es la capacidad de ponerse, psicológicamente, en el lugar del otro; tratar de entenderle, sentir sus emociones y, por tanto, sufrir o ser feliz con él, ayudarle. Una persona así, es admirada, querida, respetada, escuchada... Pero no se debe caer en la trampa banal de “creérselo”, entre otras cosas porque esta capacidad puede venir dada sin mérito, y porque al presuntuoso siempre se le acaba descubriendo.
Pero además, al ser algo que está, al menos potencialmente, en el carácter de todos, puede adquirirse. Lo llamaremos, intento de consecución de un bien arduo. Es la cultura del esfuerzo; si nos proponemos juzgar positivamente los actos o ideas de otras personas, la empatía irá arraigándose sólidamente en nosotros. Esto otorga a la convivencia unos beneficios increíbles.
Pero aún hay más. Se puede adquirir por descarga emocional, aunque si no se “cose” bien esta experiencia emotiva, todo será como una tormenta de verano.
Un ejemplo claro, que se de alrededor de las ONGs: Una persona joven, por ejemplo, que tiene su vida hecha: familia, trabajo, amigos, diversión... está en camino, si no es que ha llegado ya, de ser un agradable e irresponsable egoísta, por dibujar una deriva alegre. Pues bien: hay cientos de casos en los que el contacto con la vergonzosa marginación y pobreza y hambre del Tercer Mundo, les funde los chips. Y a lo mejor habían ido a pasar un mes en un país de África por mera curiosidad, por aventura, porque iba su novio o su novia… Estos “electro socks” pueden cambiar una vida. No se trata de que se hagan misioneros o misioneras; simplemente sus modos de ver la vida han cambiado: les interesan los demás, y no sólo para divertirse o hacerse favores.
Esta herramienta conductual da también óptimos resultados entre las personas que se dedican a la enseñanza o deben mandar un equipo de trabajo.
Desgraciadamente, no hay que salir de este país para comprobar los zarpazos del egoísmo, de la miseria y la soledad. ¡Cómo cambiaría Bilbao si todos diéramos un paso al frente – unos centímetros – hacia la empatía!
Y cuando la empatía se vuelve contra nosotros, ¿qué hacer?, ¿es posible que eso suceda?

Zimon de Elea