CANELA FINA

Carlos E. Bilbao, 1949. Escritor. Me gusta la naturaleza; escribo sobre educación, sociedad, familia, política y literatura.

21 noviembre 2006

LOS EXÁMENES Y LA SESIÓN DE EVALUACIÓN

Se discute desde hace años sobre la conveniencia de los exámenes, y se ofertan distintas soluciones, entre las cuales, la evaluación contínua es la que está teniendo más éxito. Éxito en cuanto que es la que más se intenta adaptar al sistema educativo. Y digo se intenta, porque, los hechos cantan, en muchas ocasiones los llamados controles son exámenes como los de siempre; y tienen un carácter único, excluyente y definitivo.
No quiero entrar demasiado en cómo han de ser los controles de conocimiento del alumnado. Pienso que hay diversas formas de ir “obligando” a los alumnos a estudiar; y que muchos de esos sistemas darán fruto para unos y serán malos para otros. Creo que el secreto está en cómo se vende la “mercancía”. Es decir, el grado de interés que la profesora o el profesor haya sabido inculcar en sus pupilos. No quiero que caigamos aquí en cuestiones colaterales: indisciplina, desmotivación absoluta e incorregible, acoso e impedimento para poder desarrollar el programa, etc. Pensemos, más bien, en un centro docente donde las cosas marchan medianamente bien; no que sea una balsa de aceite, sino un lugar en el que cada día hay problemas, pero los profesores pueden impartir sus clases, y se sienten respaldados por la dirección. No existe tal lugar, me dirán muchos. Pues sí, yo los he visto; y los profesores no eran supermujeres o superhombres. Lo que sí suele pasar en estos “sitios” es que lo que se ha conseguido con notable esfuerzo es que haya cursos disciplinados y trabajadores, a la par que otros, en los que aún teniendo alumnos capaces, hay un grupo de, digamos el 50%, que no está por la labor de estudiar. Incluso en estos “sitios”, se pueden lograr zonas: “manchas de aceite”, cuyo bálsamo repercute en toda una Enseñanza: por ejemplo, los cursos de ESO - no siempre, lo sé -. Sin embargo, las “balsas de aceite” suelen darse más en la Educación Infantil - sobre todo en los primeros años -, aunque hay que tener más contacto con los padres y eso, lleva tiempo. Los años de ESO, repito, suelen ir de menos a más - en el sentido negativo - , en la medida en que se avanza en edad. Pero más adelante suele, digo suele porque no es siempre así, producirse en Bachillerato un intento de regeneración. Ya hemos hablado de él; y cómo el alumno que lo intenta se encuentra con muchas barreras, además de su personal pereza y desmotivación. No obstante son unos años en los que el docente debe alimentar la esperanza de que sus chicos o chicas adolescentes, puedan dar una respuesta positiva a sus desvelos por formarles en determinada asignatura.
Para esto no hay recetas. Todo depende de la capacidad del enseñante. De todas formas a lo largo de este libro se han ido mostrando aspectos concretos para la mejora del ambiente en la clase y aprovechamiento del tiempo, con el consiguiente resultado positivo en las calificaciones.

1 Comments:

At 11:33 p. m., Blogger Emilio Pedrini said...

Estoy de acuerdo contigo en bastantes de tus razonamientos. Pero yo sigo sin entender que los exámenes sean el centro sobre el que gira la Evaluación del Aklumnado en la etapa obligatoria. No hable de Bachillerato y de la Universidad. Ahí si tienen sentido.

 

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