CANELA FINA

Carlos E. Bilbao, 1949. Escritor. Me gusta la naturaleza; escribo sobre educación, sociedad, familia, política y literatura.

14 marzo 2006

APROBADO GENERAL (3) EL CAMINO DEL ÉXITO

Dedico esta ZIMONADA EDUCATIVA A MIS COMPAÑEROS DE CHILE
1.- El intríngulis del esfuerzo.
Sería de memos escribir un libro de auto ayuda y afirmar que se puede aprender sin esfuerzo. Nada hay en la vida que se consiga sin esfuerzo. Se equivoca lamentablemente quien diga lo contrario. Lo que pasa es que, ante la repetición de esfuerzos, nace el hábito, es decir, esa capacidad de estar en forma para acometer determinadas acciones. El ejemplo típico lo vemos en los deportistas: en cómo dependen de sus entrenamientos, alimentación y modo de vida, para conseguir la victoria final.
Por tanto, el que siga adelante con estas líneas deberá convencerse, si no lo está ya, de que para aprobar hay que esforzarse, tanto el alumno como el profesor, o la familia.
2.- Comencemos con la familia.
Muchos padres se excusan con la consabida frase de: “nadie nos ha enseñado a ser padres”; y, aparte de preocuparse y reñir con más o menos vehemencia a los hijos, depositan todas sus esperanzas en el Centro Docente, personalizado en algún profesor, o confiando en el prestigio de la Institución, como si fuera un santuario milagroso.
No debe ser así. Hay que afirmar que los padres son los primeros educadores de sus hijos, no sólo en tiempo, sino en grado de importancia.
Veamos esto más detenidamente.
No es cierta la afirmación anterior: “nadie nos ha enseñado a ser padres”. Primero porque hay un no sé qué intuitivo para unos, gracia del cargo, para otros, que, si el matrimonio se empeña, sabrá educar a sus hijos desde los primeros meses, y sabrán intervenir con autoridad y mano izquierda cuando el curso de la vida lleve a sus hijos a depender de maestros y educadores.
Pero es que hay una segunda premisa. Existen cientos de organizaciones, incluidos los Institutos y Colegios, que organizan cursillos, escuelas, charlas, y un sinfín de actividades para padres primerizos, entendiendo que un matrimonio lo componen padres primerizos, prácticamente hasta que el hijo o la hija, se casan, y se van de casa. Y aun y todo, también después: se convierten en abuelos primerizos. Por tanto no es de extrañar que acudan a aquellos cursillos o seminarios, matrimonios veteranos a los que se les ha desmandado un hijo de dieciocho años, por ejemplo.
Por tanto repito: si unos padres quieren ayuda para educar a los hijos, la tienen a la vuelta de la esquina; por no mencionar la abundantísima, eficaz y sencilla literatura al respecto.
Bien. OK, me dirá un matrimonio. Díganos algo de una vez, ¿NO?
Tranquilos, que ahora empiezo.
LA PACIENCIA está en la base del querer implicarse en la educación de los hijos. Sí. Puede estar claro, pero no es nada fácil. ¿O no es paciencia levantarse a las tantas de la madrugada, bien sea para darle el biberón a un bebé, o porque se despierta llorando, que es su único medio de comunicación? ¿Y qué me dicen de los desaforados juegos infantiles dentro de casa, una tarde de domingo con lluvia? ¿O cuando llega la procelosa hora de los “por qué”? ¿Y cuando nos llega a los adultos la hora de los “noes”? Hay una explicación sencilla para esas prohibiciones encaminadas a la protección, pero que ellos no entienden. Y qué decir de la terrible preadolescencia, o adolescencia; llena de brusquedades y hoscos silencios; de risitas y cinismo. (Ojo. Los hijos nos quieren; a su modo, pero nos quieren y, además intensamente). Sigamos. Un padre puede decir que a los dos años su bebé está para comérselo... Y a los doce, se arrepiente de no habérselo comido.
El chiste es conocido pero, ¿no hay algo de realidad?
Paciencia por tanto para que los hijos se desarrollen en un hogar cómodo, sin traumas, aleccionando, según las edades, su capacidad de discernimiento: que entiendan lo positivo de un acto autoritario, que se vean recompensados por una acción bien hecha.
De esta manera se genera el...
DIÁLOGO. ¿Les suena lo de que los padres han de ser los mejores amigos de sus hijos?
Zimon de Elea