CANELA FINA

Carlos E. Bilbao, 1949. Escritor. Me gusta la naturaleza; escribo sobre educación, sociedad, familia, política y literatura.

12 abril 2006

¡SI SUPIÉRAMOS LO QUE NOS PERDEMOS POR NO LEER!

Yo creo que el leer una novela u otro relato, cualquier persona se lo toma como una actividad recreativa y que, además, puede contribuir a la posesión de una mayor cultura o saber expresarse mejor. Sin embargo hay cuatro obstáculos que se interponen en el camino hacia este medio de evasión y formación a la vez. El primero es que, a la hora de elegir, existen muchas otras ofertas para pasar un rato entretenido. El segundo está muy ligado al primero; leer supone un esfuerzo, y aunque sepamos que ese esfuerzo nos va a valer la pena, elegimos algo menos arduo (juegos, deporte, cine...). Fíjense que acabo de afirmar que sabemos que vale la pena el esfuerzo: muchas veces hemos tenido esa experiencia y, sin embargo, claudicamos ante ese nuevo esfuerzo.
En tercer lugar, nos encontramos con que leer es una acción solitaria. Y el ser humano tiende normalmente a la compañía de otras personas, a relacionarse. Aquí habría que hacer la salvedad de esos ratos de lectura en el colegio, donde varios alumnos leen juntos, o un grupo pequeño de amigos y amigas que “enganchan” con alguna novela de moda, y se produce esa lectura personal en compañía. Pero ordinariamente no suele ser así.
Y pasemos a la cuarta barrera, que se la puede plantear un niño, un adolescente o un adulto, ya sea mujer o varón. Aunque he de afirmar que la mujer tiene más habilidad para leer que los hombres. La barrera es, o mejor dicho, son los tres primeros obstáculos que he mencionado más arriba, es decir: ¿qué otras cosa tengo que dejar para contar con tiempo?, ¿“será bueno para mi hacer el esfuerzo de leer, pudiendo ocupar ese tiempo en otras cosas menos costosas? ¿Mi soledad se verá recompensada? No crean, es un verdadero dilema. Leemos muy poco, luego no somos cultos.
Algo parece estar dando resultado en nuestro país y los de nuestro entorno. Iniciarse en la lectura con pocos años. Parece obvio. Pero ésta no es sólo una tarea de los educadores, sino también de los padres. Hay que leer a los hijos, hay que leer con los hijos, hay que saber qué temas son con los que “engancharán” según edad y sexo, y hay que saber ocupar un rato de la tarde de un sábado u otro día cualquiera, para leer prescindiendo de la televisión... TENEMOS QUE CONVENCERNOS: TENER EL HÁBITO DE LA LECTURA (CONSEGUIRLO), ES ALGO MUY BENEFICIOSO Y ÚTIL.

1 Comments:

At 8:00 p. m., Anonymous BOSK said...

Zimón, creo que me has convencido. Aquí va a haber un renacer para la lectura. Thanks.

 

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