CANELA FINA

Carlos E. Bilbao, 1949. Escritor. Me gusta la naturaleza; escribo sobre educación, sociedad, familia, política y literatura.

29 marzo 2006

APROBADO GENERAL (4)

Continuamos con las zimonadas sobre educación.
DIÁLOGO. ¿Les suena lo de que los padres han de ser los mejores amigos de sus hijos? El diálogo paciente desde los primeros años es el manantial de la amistad. Sin cuentos ni ñoñerías... porque ya se sabe que los mejores amigos de los hijos son sus mejores amigos, y no los padres. Porque los padres son algo más: son unos seres superiores que les quieren con locura y procuran ayudarles en todo, para sacar de ellos la mujer, el varón maduro que todos - hijos, padres, educadores - desean.
El tren debe estar parado cuando se intenta embarcar en el vagón de la paciencia y el diálogo. Padre o madre que me lees. Si no has tomado tu billete a tiempo y, por ejemplo, quieres enmendar tus pasos con un adolescente, te va a costar mucho más... Pero se puede. En estas circunstancias la paciencia no debe perderse nunca, ni tampoco caer en el desánimo al no ver respuestas positivas en el hijo que queremos ganar para la paz familiar, o para el estudio. Te has embarcado tarde pero, por favor, no te precipites, aunque estés descompuesto por haber tomado el tren en marcha. “El objeto de tus amores” puede interpretarlo como una comedia, como una táctica artera para engatusarle. Y no hay cosa peor que el amor no correspondido. Hay que armarse de paciencia, perseverar en un chirriante diálogo, ceder a veces, conceder otras, prohibir también, aunque razonando ante el enfado. Ellos son listos, tienen capacidad de juicio. Lo que pasa es que, a lo mejor, no han tenido perro que les ladre, o han tenido unas malas amistades (¡no es un tópico!), o un ambiente en su clase poco propicio para la aplicación al trabajo... O que vosotros no habéis sabido educarles.
Antes de pasar a otro peldaño, hay que afirmar que el trato con hijos adolescentes puede tardar en dar su fruto, pero éste llega tarde o temprano. Y es de lo más gratificante. ¡Ojo!, que estamos hablando de una tarea de años.
Añadamos otro elemento necesario en toda tarea educativa:
LA AUTORIDAD es un bien necesario. Así hay que hacerla ver a los hijos desde los pocos meses. Malo sería, padre o madre, que amparases tus mandatos en tu condición de ser superior. Ellos tienen que entender que tú estás para ayudarles y que, por tanto, todos tus actos van encaminados a su bien. Entonces la autoridad, que tanto se ejercita en el campo laboral, en la circulación de vehículos, en las relaciones sociales en general, no será algo traumático, sino una incomodidad benefactora. Y la cosa funciona. A veces obedeciendo a regañadientes - ¡faltaría más!-, pero comprendiendo la bondad de un determinado criterio. El diálogo se potencia en estas ocasiones y, además, se estrechan los lazos del cariño y la confianza mutuas. Es curiosa la psique infantil o adolescente... Ellos tienen unas ganas enormes de comunicarse con sus padres, pero les frena un no sé qué de rebeldía o de vergüenza. Pero, inconscientemente emiten señales, y desde edades muy tempranas. Se podrían escribir libros - los hay - con los distintos códigos de señales de los hijos en demanda de cariño y protección. Volver a orinarse en la cama o pedir que se les dé de comer a la boca, cuando estas fases estaban superadas, tienen un por qué. Pueden ser celos del nuevo hermanito, o que los padres se ausentan muchas horas al día de casa por motivos profesionales. La osquedad, los enfados, el cinismo, la vagancia son las cuatro señales típicas de un adolescente. En la mayoría de los casos no adoptan esas actitudes para fastidiar, En realidad buscan atención llamando la atención.
Apoyados en este trípode: PACIENCIA, DIÁLOGO, AUTORIDAD, los padres podrán sacar a flote las muchas potencialidades de sus hijos. Con estas tres patas se podrán articular cientos de formas para colaborar estrechamente con el profesorado. No olvidemos que tan solo hemos hablado de EL ESFUERZO y los padres. Ahora les toca el turno al profesorado.
Zimon de Elea