CANELA FINA

Carlos E. Bilbao, 1949. Escritor. Me gusta la naturaleza; escribo sobre educación, sociedad, familia, política y literatura.

19 noviembre 2007

LOS DEBERES

Tengo para mí que los llamados “deberes escolares” van a seguir existiendo, tanto por parte del profesorado, como por aceptación de los alumnos.

El tema suscita mucho debate, porque si analizamos las horas de trabajo de un escolar adolescente, por ejemplo, vemos que posiblemente tenga seis clases al día; más luego alguna actividad extra, como deporte, música, idiomas. Esto último más llevadero, pero no por eso menos estresante que las clases. Y si además añadimos que la alumna o alumno va a un centro docente en el que come, pues la tendencia a salir de estampida es incontrolable.

Como digo, el teme suscita debates múltiples; solamente me centraré en uno, el de la tele, dejando de lado otros factores “distorsionantes” como teléfono móvil, play station o simplemente estar con los amigos…

Yo soy de los que opino que el alumno debe estudiar en casa un par de horas. Pensando en la gente joven de ESO y Bachillerato, veo del todo conveniente que en el colegio se les indique lo que deben de hacer, pero por puro sentido práctico: ellos no son universitarios que saben organizarse conforme a una escala de valores.

Pero a este asunto de las dos horas añadiría el control de la tele. Según últimos estudios hechos en España, el 64% de los padres no controla ni la calidad, ni la cantidad de los programas de televisión que consumen sus hijos. Y lo más alarmante – y es sólo una muestra – el 60% de los adolescentes entre 12 y 14 años ve la televisión después de las diez de la noche, e incluso a partir de las doce los fines de semana.

Comprendo que poner coto a la televisión es una tarea difícil para los padres, pero no hay más remedio que acometerla; hacer cumplir a los hijos un horario razonable y razonado, pero caiga quien caiga. El país está muy necesitada de padres que se consideren como los primeros educadores de sus hijos. Es la manera de evitar que las generaciones que vienen no vayan a peor, cosa que ha sucedido en los últimos quince años.