Y SEGUIMOS HABLANDO DE VIOLENCIA
¿Han visto lo agresivo que está el ambiente?. No me refiero sólo a los políticos y su penosa conducta. No. Es algo, a mi juicio, generalizado: en el trabajo, en las relaciones sociales; incluso en las familias o entre amigos...
Hace unos años cuando alguien nos daba un pisotón en un autobus muy lleno y amablamente nos pedía perdón, no teníamos grandes dificultades en asentir sonrientes, aunque nos doliera el pie. Eramos conscientes de que el otro no nos había causado la molestia con intención. Faltaba una razón necesaria para poder ejercer el perdón en sentido propio: el mal no había sido ocasionado voluntariamente.
Ahora, ¡qué va! Cualquier hecho insustancial nos sulfura hasta llegar a la agresión física o, por lo menos, a ponernos en trance de ello. ¿Cuál sera la causa, el motivo de estas conductas sin dueño?
Pienso que el egoísmo y el posterior aislamiento de las personas que antes vivíamos en sociedad y teníamos respeto por los demás; incluso nos creíamos las aseveraciones que se nos hacían. La mentira no había llegado a enseñorearse de la vida como ahora.
La posible solución, que tiene que ser a largo plazo, es cultivar el perdón. Ponerse en la piel del otro o de los otros y tratar de entenderle. En realidad ese respeto nace del afecto que naturalmente tenemos hacia los criaturas; lo anormal es no querer a las cosas (la naturaleza, por ejemplo) a las personas...
Si conseguimos crear una cultura del perdón, podremos construir juntos un mundo habitable, donde habrá más fidelidad y fecundidad; podremos proyectar juntos un futuro realmente nuevo.
"¿Quieres ser feliz un momento? Véngate. ¿Quieres ser feliz siempre? Perdona"
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