CANELA FINA

Carlos E. Bilbao, 1949. Escritor. Me gusta la naturaleza; escribo sobre educación, sociedad, familia, política y literatura.

27 noviembre 2007

Y POR FIN,EL OBJETO DE NUESTROS DESVELOS: LAS HIJAS, LOS HIJOS

Joven que has tenido la paciencia de leer estas Zimonadas. No puedes hacer lo que te de
la gana. Entiéndeme, puedes hacer lo que quieras: eres libre; pero debes moderarte. En realidad se os pide una cosa muy difícil: que seáis maduros, cuando por ley de vida – niños, jóvenes -, no lo podéis ser. Os encontráis ante una feroz y trasnochada disyuntiva: obedecer a los mayores, o mandarles adonde queráis. Esto de la obediencia es muy gracioso. Cuanto más adulto se es, más se está atado por ella: en el trabajo, en la familia, en las relaciones sociales… Un adulto podría no ser obediente y vivir su vida: los hay, pero no son bien aceptados por la sociedad. ¿Sabéis por qué obedece un adulto? Porque posee experiencia de la vida; y ésta le ha enseñado que, si no es disciplinado, que si no respeta a los demás…, ni tan siquiera tendrá un hogar donde ser feliz.

Entonces, ¿si no tengo edad para ser maduro, y mis padres y educadores quieren que me comporte maduramente, qué hago?

Pues lo contrario de lo que te pida el cuerpo. Ahora, según tu corta experiencia, te pide mandar a la porra a todos y a todo… Pues no, haz lo contrario: fíate de la experiencia de los adultos; y esto no se lo pide el cuerpo ni a los adultos.

¿Por qué? ¿Voy a hacer esto porque tu lo dices?¿Basándome en tu experiencia y desoyendo los dictados de mi razón, aunque sea inmadura, pero mía?

Pues sí; eso es lo que hay que hacer. En ese instante comienza uno a adentrarse en la madurez.