CANELA FINA

Carlos E. Bilbao, 1949. Escritor. Me gusta la naturaleza; escribo sobre educación, sociedad, familia, política y literatura.

18 mayo 2006

POLÍTICA PARA TODOS

George Weigel ha publicado recientemente en España un breve ensayo de teoría política, amparándose en los distintos acontecimientos de gran relevancia que presidieron nuestro siglo XX que, si en algo se caracterizó por desgracia, fue en las múltiples guerras – sobre todo la Primera y Segunda Guerra Mundial -, feroces totalitarismos, como fueron el nazismo, fascismo y comunismo; además de abrir una mayor fisura entre muchas naciones, tanto en temas políticos, económicos y humanitarios.
Si después de la Segunda Guerra Mundial, se hicieron ímprobos esfuerzos por lograr una situación estable, incluso con la Guerra Fría de por medio, ¿por qué hemos llegado a un comienzo de siglo – se pregunta Weigel – en que las posturas entre las personas, incluso dentro de un mismo país, se encuentran tan intolerantemente enconadas, causando incomprensiones cargadas de odio a muerte y un feroz egoísmo que lleva a sojuzgar a regiones completas del mundo?
Parte de la respuesta o, mejor dicho, las raíces de esa respuesta, las encuentra el autor en el pensamiento del pensador, filósofo y teólogo Henri de Lubac, una de las cabezas más señeras de la intelectualidad del siglo XX. Lubac afirma que con la aparición del humanismo ateo, todo lo que el hombre hasta la fecha había percibido como liberación, al depender de un Dios que le ha otorgado la capacidad de llevar una vida digna, gracias a su inteligencia y a su libre albedrío, se ha originado una sorda batalla, ya que el humanismo ateo no puede coexistir con Dios por definición. Y no se trata de unos ciertos individuos escépticos sin más. Es un ateísmo militante, con una ideología desarrollada y un programa para reformar el mundo. “No es verdad, como se dice en ocasiones, que el hombre no puede organizar el mundo a espaldas de Dios. Lo que sí es verdad es que el hombre, si prescinde de Dios, lo único que puede organizar es un mundo contra el hombre”. Eso es lo que han provocado las tiranías del siglo XX: un humanismo inhumano, que es absolutamente incapaz de crear, mantener y defender el proyecto democrático. Lo único que puede hacer es atacarlo o tratar de socavar sus cimientos.