CANELA FINA

Carlos E. Bilbao, 1949. Escritor. Me gusta la naturaleza; escribo sobre educación, sociedad, familia, política y literatura.

07 junio 2006

APROBADO GENERAL (8)

NUEVAS ARMAS.

A partir de 3º y 4º de ESO en adelante suele suceder, que algún alumno avispado plantee en la clase una pregunta que el profesor debe responder, pero ignora el asunto. ¡Nunca se debe dudar! Por ejemplo se puede alabar la actitud del estudiante, y decir al grupo que ese tema se tocará mañana o lo que sea. No cabe la actitud de “me lo aprendo esta noche y mañana te lo digo”. La autoridad se resiente en dos sentidos: uno, que el profesor “NO TINE NI IDEA”. Y dos, que le falta cintura y tablas para dominar una situación embarazosa.
Pero el título de este epígrafe es educar deleitando. Prometo que al final de la lectura de este libro quedarán en la cabeza de los docentes abundantes métodos. Pero no caigamos en la trampa de las recetas infalibles porque... cada cual “es un mundo”.
DENTRO DEL CAMINO DEL ÉXITO el profesor se encontrará en una disyuntiva:

ENSEÑANZA EXPERIMENTAL VERSUS MEMORIA.

Hará aproximadamente veinte años - quizá más - que la memoria como método de aprendizaje empezó a caer en desuso. Y posiblemente no les faltaba razón a los expertos que denostaban de la lista de los reyes godos. ¿Para qué servía? Efectivamente, si una persona en proceso de aprendizaje, descubre las cosas por sí mismo, es mucho más fácil que el intelecto las aprenda y queden fijadas en su memoria, después de haber pasado por esa fase experimental donde se palpa, se toca la realidad programada en los libros o en los medios audiovisuales.
Esto es así, pero hasta cierto punto, como todo en el mundo de la docencia. Hay montones de asignaturas a lo largo del camino de un estudiante, en las que el método experimental es muy difícil de sacar a la palestra o, si se consigue, llevará consigo el germen de una disociación insalvable entre la mente del alumno y lo que el profesor ha tratado de demostrar. Veamos algunos ejemplos.
Si un profesor está explicando los sistemas filosóficos, deberá contar con que los alumnos dominan el vocabulario, el léxico filosófico. Esa es una tarea del año anterior, quizá impartida por un profesor distinto. Pero a lo que vamos. Si el alumno tiene un conocimiento difuso de lo que significa la palabra “sustancia”: simplemente lo que le dicta su sentido común, o no sabe lo que son los “accidentes”, es muy difícil que llegue a entender con claridad cualquier sistema filosófico. He puesto estas dos palabras de ejemplo: son, por desgracia muchas más. ¿Qué decir? Pues que el curso anterior debió memorizarse el significado de esas palabras, para luego explicar su contenido. Con ello un alumno, costándole mucho o no, llegará a entender e, incluso, disfrutar de las explicaciones desde Aristóteles hasta Hegel.
Voy a hacer un parón, porque esta es una desgracia que contribuye mucho al fracaso escolar. Podría poner más ejemplos. Lo haré más adelante; cuando termine lo que voy a exponer ahora, que me parece importante anteponerlo a otros métodos. ES ESTE:HAY UN PERFIL TIPO DE ALUMNO.