CANELA FINA

Carlos E. Bilbao, 1949. Escritor. Me gusta la naturaleza; escribo sobre educación, sociedad, familia, política y literatura.

27 junio 2007

¿EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA?

Es razonable y muestra de salud ciudadana que haya sectores de la sociedad —a veces, sectores mayoritarios— que disientan activamente de algunas pretensiones del gobierno.
Así ocurre ahora en España. Se aprecia un creciente rechazo contra el proyecto del gobierno Zapatero para imponer a nuestros hijos una pretendida "Educación para la ciudadanía" cuyo contenido huele muy mal, aunque, como en el chiste, a algunos parece que les gusta el olor a huevos podridos.
Dice Ignacio Carbajosa en paginasdigital.es: “La asignatura ‘Educación para la ciudadanía’ se presenta como una materia ‘neutral’, que respeta las opiniones de los alumnos y fomenta un mínimo común ético aceptable por todos. (…) La idea de neutralidad es, en el mejor de los casos, claramente ingenua. En realidad detrás de ella se esconde el deseo de generar una nueva mentalidad que, más que neutral, es unificadora. Se entiende así que Gregorio Peces-Barba, poco después de la llegada al poder de los socialistas, afirmara, en referencia a la asignatura de ‘Educación para la ciudadanía’, que ‘sólo con ser capaz de poner en marcha esta iniciativa el Gobierno habría justificado la legislatura’ [Cf. ‘La educación en valores, una asignatura imprescindible’, El País, 22 noviembre 2004]” .
Aparentemente, el gobierno pretende seguir las directrices del Consejo de Europa, en el sentido de dar prioridad en la política educativa a una educación para la ciudadanía democrática. Pero eso sólo es una apariencia, porque hay una distinción esencial en el contenido.
Lo que preocupa al Consejo de Europa es la apatía política de los ciudadanos y su desconfianza de los gobernantes. Nada hace referencia a fundamentos éticos, ni el mundo afectivo-emocional aparece mencionado entre los objetivos de la educación para la ciudadanía.
En cambio, la educación para la ciudadanía que pretende el ejecutivo socialista español entra indebidamente en cuestiones de muy hondo calado moral. Entre otros: profundizar “en los principios de la ética personal y social”, ”construirse una conciencia moral y cívica acorde con las sociedades democráticas”, etc. ¿Quién es el Gobierno para expropiar y sustituir a los padres en su derecho fundamental a decidir con qué criterios morales desean formar a sus propios hijos?.Como es natural, la ética que se enseña en esa asignatura es la del relativismo moral: es decir, nada tiene que ver con el esfuerzo por delimitar y distinguir lo bueno y lo malo; es la política de la tolerancia indiferenciada tanto hacia el bien como hacia el mal; es la política de la confusión entre el positivismo jurídico y la ética, especialmente en temas trascendentales como el derecho a la vida o el matrimonio.
“¡Son leyes!: ¡que cumplan las leyes, como todos!” Así, más o menos, se le veía gesticular y gritar en un telediario, de modo muy desagradable, a la Vicepresidenta Fernández de la Vega. Y claro, como la ley la aprueba y la cambia el poder, si la ética es la ley, la ética será lo que diga el poder en cada momento.
La ideología de género está presente una y otra vez en la Educación para la Ciudadanía, con su fraseología y parafernalia específica: “orientación afectivo-sexual”, “diversidad afectivo-sexual”, “homofobia”, etc. Y lo referente a la “identidad sexual”: como se sabe, para la ideología de género, ‘hombre’ y ‘mujer’ no son realidades naturales sino construcciones culturales”; “no existen dos sexos naturales sino distintas orientaciones afectivo-sexuales”, de idéntico valor; los “tipos de familia”, los “roles de padre y madre” en los casos de uniones homosexuales con criaturas a su cargo, etc.
De todo esto habla el Prof. Jorge Otaduy en un artículo titulado 'El pecado original de la educación para la ciudadanía', que fue publicado hace pocos días en ABC (20-VI-2007)

22 junio 2007

EL INTRÍNGULIS DEL ESFUERZO

Sería de memos escribir un libro de auto ayuda y afirmar que se puede aprender sin esfuerzo. Nada hay en la vida que se consiga sin esfuerzo. Se equivoca lamentablemente quien diga lo contrario. Lo que pasa es que, ante la repetición de esfuerzos, nace el hábito, es decir esa capacidad de estar en forma para acometer determinadas acciones. El ejemplo típico lo vemos en los deportistas: en cómo dependen de sus entrenamientos, alimentación y modo de vida, para conseguir la victoria final.

Por tanto, el que siga adelante con estas líneas deberá convencerse, si no lo está ya, de que para aprobar hay que esforzarse, tanto el alumno como el profesor, o la familia.

Comencemos con la familia.

Muchos padres se excusan con la consabida frase de: “nadie nos ha enseñado a ser padres”; y, aparte de preocuparse y reñir con más o menos vehemencia a los hijos, depositan todas sus esperanzas en el Centro Docente, personalizado en algún profesor, o confiando en el prestigio de la Institución, como si fuera un santuario milagroso.
No debe ser así. Hay que afirmar que los padres son los primeros educadores de sus hijos, no sólo en tiempo, sino en grado de importancia.
Veamos esto más detenidamente.
No es cierta la afirmación anterior: “nadie nos ha enseñado a ser padres”. Primero porque hay un no sé qué intuitivo para unos, gracia del cargo, para otros, que, si el matrimonio se empeña, sabrá educar a sus hijos desde los primeros meses, y sabrán intervenir con autoridad y mano izquierda cuando el curso de la vida lleve a sus hijos a depender de maestros y educadores. Claro está que hay que presuponer una armonía en el matrimonio; de lo contrario las discusiones y desplantes aflorarán enseguida. Incluso aunque la pareja se note que le falta “química”, que no están seguros de su futuro, no importa. Es fácil decir esto. Pero añado: por los hijos. ¿No vamos ni siquiera a disimular por los hijos que son, todavía, un melón por calar? ¡Cuánto trauma, cuánta tristeza y dolor, he visto reflejada en rostros de jóvenes, cuyos padres no tienen la educación de los hijos como tarea principal!
Además, existen muchas organizaciones, incluidos los Institutos y Colegios, que organizan cursillos, escuelas, charlas, y un sinfín de actividades para padres primerizos, entendiendo que un matrimonio lo componen padres primerizos, prácticamente hasta que el hijo o la hija, se casan, y se van de casa. Y aun y todo, también después: se convierten en abuelos primerizos. Por tanto no es de extrañar que acudan a aquellos cursillos o seminarios, matrimonios veteranos a los que se les ha desmandado un hijo de dieciocho años, por ejemplo. Por tanto repito: si unos padres quieren ayuda para educar a los hijos, la tienen a la vuelta de la esquina; por no mencionar la abundantísima, eficaz y sencilla literatura al respecto.

18 junio 2007

¿EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANIA…? BUENO, ¿Y QUÉ?

Cuando inculco principios yo, lo llamo formación; cuando lo hacen otros, manipulación. Es evidente que nuestro país no destaca por su civismo. Sea por el carácter indómito o bromista; agresivo o excesivamente sincero. El caso es que unas buenas clases de valores cívicos no nos vendrían mal.
Pero el actual Gobierno “se ha pasado de frenada”, queriendo inculcar en esta asignatura sacada de la manga, ideas con un sesgo que comulga con su ideología política únicamente.

De hecho, las primeras propuestas han sido “prudentemente” obviadas, cuando no solamente cambiadas de nombre.

Debates que están en la calle – como la sexualidad, la familia, la valoración de la homosexualidad, el laicismo… - han sido puestos como principales estandartes de los partidarios (ahora en el Gobierno) de esta nueva asignatura, que afirmarán con razón que, si se lee al detalle los programas, no hay una intención de adoctrinamiento partidista.

Pero sí queda la rebaba, al haber corregido el programa originario. Ejemplos: la democracia no se postula como única forma cívica, sino como la única referencia moral para la vida de la sociedad. (¿Dónde quedan las raíces cristianas de Europa? ¿O la Iglesia Católica, a la que pertenecen la mayoría de los españoles?

Más: desigualdad y discriminación no son lo mismo: no se puede dar rango de lucha para erradicar la desigualdad: es evidente que los seres humanos, los animales y el mundo vegetal y mineral muestran desigualdades imposibles de arreglar. La naturaleza es así: la igualdad no es un bien necesario. Sí es un irreductible objetivo tendencia; pero no se puede caer en la utopía de convertir este mundo nuestro plagado de injusticias en el jardín del Edén, a base de leyes intimidatorias o educando en valores totalitarios.

Y muchos cosas más, que los socialistas llaman “de detalle”. No.

Juan Carlos Eizaguirre

14 junio 2007

Y por fin, para el que haya querido seguirme en mis argumentos de APROBADO GENERAL, el objeto de nuestros desvelos: ellas o ellos.

Alumno que has tenido la paciencia de leer estas páginas. No puedes hacer lo que te dé la gana. La vida no funciona así. Entiéndeme, puedes hacer lo que quieras: eres libre; pero debes moderarte. En realidad se os pide una cosa muy difícil: que seáis maduros cuando, por ley de vida - niños o jóvenes -, no lo podéis ser. Os encontráis ante una feroz y trasnochada disyuntiva: obedecer a los mayores o mandarles que les den... lo que queráis. Esto de la obediencia es muy gracioso. Cuanto más adulto se es, más se está atado por ella: en el trabajo, en la familia, en las relaciones sociales... Un adulto podría no ser obediente y vivir su vida: los hay, pero no son bien aceptados por la sociedad. ¿Sabéis por qué obedece un adulto? Porque posee experiencia de la vida; y ésta le ha enseñado que si no es disciplinado, que si no respeta a los demás... ni tan siquiera tendrá un hogar donde ser feliz, ni será bien considerado por sus amigos o vecinos: “ahí va el chulo del barrio”, dirán, porque hace lo que le viene en gana.

El siguiente eslabón del argumento es este: si no tengo edad para ser maduro, y quieren mis
padres y educadores que me comporte maduramente, ¿qué hago? Pues hacer lo contrario de lo que te pide el cuerpo. En este caso te pide hacer lo que según tu corta experiencia debes hacer, mandando a la porra a todos y a todo... Pues no: lo contrario: fiarse de la experiencia de los adultos; y esto no se lo pide el cuerpo ni a los adultos. ¿Por qué? Porque nos gusta comportarnos según nuestro criterio: la experiencia, si no es propia no nos gusta. ¿Voy a hacer esto porque tú lo dices? ¿Basándome en tú experiencia, y desoyendo los dictados de mi razón, aunque sea inmadura? Pues sí; eso es lo que hay que hacer. En ese instante comienza uno a adentrarse en la madurez.
Pruébalo, y verás como es cierto.
Juan Carlos Eizaguirre

11 junio 2007

Y PARA MUESTRA, UN BOTÓN

Ya en los primeros años de la década de los 80, EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL dictaminó sobre el artículo 14 de la Constitución que, el mencionado artículo: "no prohíbe toda diferencia de trato en el ejercicio de los derechos y libertades: la igualdad es sólo violada si la desigualdad está desprovista de una justificación objetiva y razonable".
Y para mayor abundamiento, hay una sentencia, de fecha 27 de junio del 85 , del citado Tribunal, en la que se expresa unívocamente el derecho de los padres a elegir centro docente.
Es curioso: a mi juicio sólo alguien que no es padre o madre puede apoyar la zonificación escolar...
También puede tratarse de un frustrado directivo al que "las cosas no vayan bien", y los padres huyan de sus "GARRAS". Y no digamos nada de la educación diferenciada.
Habría que decir a más de algún jerarca ministerial o Consejero que, ser padre no es parir, sino educar; y educar no es amaestar, como si de un simple animalito con poco uso de razón se tratara.
Juan Carlos Eizaguirre
11.6.07

04 junio 2007

Querido y experimentado Profesor:

Realmente, esta profesión nuestra tiene el rango de "profesión de riesgo". No me refiere sólo a los peligros físicos, que no son tantos, sino a aspectos como el estrés, fatiga crónica, cáncer de laringe, desmotivación... Y sobre todo, el poco reconocimiento social.
Para muchos somo "el maestro de escuela": esos antiguos seres que dejaban su vida en la escuela de cualquier pueblo perdido. ¿Se acuerdan? "Pasa más hambre que un maestro de escuela". Pero eran unos excelente educadores.
Tomemos el caso del profesor experimentado. Lo que voy a decir a continuación, no por conocido deja de ser aleccionador y refrescante; sobre todo para los hombnres y mujeres que aman la enseñanza, a sus alumnos y a los padres de sus alumnos.
El profesor experimentado ("experimentado" entre comillas), al principio de su vida laboral comenzará enseñando lo que no sabe; cuando pasen unos años, y tenga más tablas, enseñará a sus alumnos lo que sabe; pero sólo cuando se es un profesor experimentado enseñará lo que deben saber los alumnos.
Algún "soso" me dirá que es una enseñanza un poco cursi. ¿Pero no les parece que es un verdad como un templo?
Juan Carlos Eizaguirre
4.6.07